Hoy en Pinceladas nos salimos de los temas que tratamos normalmente. En el post de hoy os vamos a contar la curiosa historia de Lampo, un perro italiano apasionado de los viajes en tren que se convirtió en toda una celebridad hace 50 años.
Un perro de lo más ferroviario
La historia comienza un día de agosto de 1953 cuando Elvio Barlettani, un hombre que trabajaba en el despacho de billetes de la estación de Campiglia Marittima (Toscana), vio apearse a un perro de un tren. El animal, un chucho de lo más normal, viajaba solo y en cuanto vio a Elvio fue hacia él a restregarse contra sus piernas.
Desde el primer día fueron amigos y desde entonces fue su sombra. Hizo de la estación su hogar, aunque cada noche intentaba montar en el tren con Elvio cuando éste regresaba a casa. Un día lo consiguió y acabó con la familia de Elvio, aunque siempre volvía a Campiglia.
La característica más destacada de Lampo era que montaba en los trenes por su cuenta y parecía conocer los horarios y direcciones. Si tenía un recorrido complicado, realizaba los transbordos. Si se equivocaba de tren, en cuanto se daba cuenta bajaba y montaba en el de la dirección opuesta para volver al origen.
Pero siempre volvía a Campiglia, cada día Elvio lo encontraba allí.
La leyenda de Lampo
Lampo, en italiano destello (nombre muy apropiado para este perro), comenzó a ser muy conocido entre los habituales de la red ferroviaria, haciendo amigos entre trabajadores y viajeros. Pasó ocho años viajando de tren en tren, de ciudad en ciudad, hasta que murió. Paradójicamente, fue un tren quien terminó con su vida el 22 de julio de 1961.
Cuando la noticia se supo, el jefe de la estación de Campiglia hizo enterrar a Lampo en la que había sido su casa. Además, se construyó una estatua conmemorativa a este amante de los trenes.
Su amigo Elvio también recuerda a Lampo en un libro de 1962 reeditado en 2006 titulado Lampo, il cane viaggatore.
Fuente: Monografías.com