Hacia las montañas es una obra de carácter simple y costumbrista que transforma al viaje en arte y al tren en un objeto que está lleno de vida.
Hacia las montañas
Con paciencia el tren trepa
la sierra de Guadarrama
desde la ciudad de Madrid
con el objetivo de llegar
a la población de Cercedilla.
Buque le llaman a este coloso
de dos pisos en el que unas mil
personas pueden viajar sentadas
y contemplar los distintos paisajes
desde una perspectiva diferente.
Pero hoy no son tantas,
el tren va medio vacío;
en la ciudad quedaron
la gran marabunta de
personas que no cesan
de ir de un sitio a otro.
Poco a poco la serpiente
de 160 metros de largo
repta entre el paisaje de
baja montaña ante la
atenta mirada de los
coches que por la autovía
circulan y envidian la
magnificencia de este
vehículo y sueñan con
crecer y ser como él.
En la estación de Villalba
la doble vía queda atrás
y las primeras señas de
media montaña aparecen.
Ya se siente el clima serrano;
la naturaleza gobierna el entorno
y las pequeñas casas con sus
humeantes chimeneas sólo
completan el ecosistema
más bonito que hay
en toda la región.