El verano es tiempo de lectura: ya sea en el mar, la piscina, la montaña o junto al ventilador, muchos disfrutan de los días libres junto a un libro. Y como el de leer es un vicio muy sano, nosotros queremos ayudaros trayéndoos de vez en cuando libros interesantes, siempre ligados de un modo u otro con el ferrocarril. Esta semana es el turno de El tren marino, de Daniel Villalobos.
El tren marino llega para llevarse a los niños chilenos
Antes de nada, la sinceridad por delante: hemos hecho trampas. Y es que El tren marino tiene poco de ferroviario…en el modo en que estamos acostumbrados. Porque sí, hay un tren marino, pero es mucho más complicado que eso.
La historia cuenta la misteriosa desaparición de niños en Chile y de los millones de teorías que se crean al respecto: una banda que los rapta, trata de blancas y otras muchas. Sin embargo, el verdadero motivo es otro, mucho más siniestro e increíble, sólo conocido por dos personas.
Una de ellas es Catalina, una niña que vio cómo su hermano fue absorbido por el libro que leía, El tren marino. La otra es la ilustradora de dicho libro, Helena, que ve cómo una historia que nunca debió reeditarse se convierte en un bestseller, llegando a las manos de miles de niños que pueden desaparecer.
Ambas se lanzan a la búsqueda de estos niños, que han sido arrastrados al interior del libro por el tren marino, una criatura mitológica que siembra el terror. Y por el camino encontrarán extrañísimos personajes.
“Pero El tren marino habla de niños que desaparecen. Hay un eclipse y un terremoto y un tren marino, que es como un enorme ferrocarril acuático, que de pronto queda libre de su prisión debajo de las aguas, en el sur, en Chiloé o no sé dónde, y sale a recorrer el mundo. Y a capturar niños para sus vagones”
No es un libro para niños
A pesar de que una de las protagonistas sea una niña y todo gire en torno a un libro infantil, El tren marino no es una historia apta para todas las edades.
La historia está llena de personajes malvados y retorcidos, de violencia y mucha sangre. Además, tiene un ritmo trepidante más propio de las películas.
Así que ya sabéis: si la fantasía y el misterio os gustan, no os podéis perder El tren marino.