Esta semana en Trainveling, volvemos a la literatura con El lector del tren de las 6.27, una historia llena de casualidades que, como muchas de las cosas buenas de esta vida, comienza con un viaje en tren. Un libro ligero y sencillo que, pese a no ser una obra maestra, engancha al lector y lo abstrae desde el principio.
Otra historia con contexto ferroviario
El lector del tren de las 6.27 cuenta la historia de Guibrando Viñol, un hombre de lo más normal que cada día toma un tren RER (el equivalente francés a nuestro cercanías) para ir a su tedioso trabajo en el que destruye libros para reciclarlos. El protagonista, totalmente en contra de hacer desaparecer esas obras, rinde su pequeño homenaje a los libros caídos recuperando las páginas que se salvan de la destrucción. Es así como empieza a tener fragmentos de historias inconexas que, además, decide leer cada mañana durante su viaje en el tren.
Sin embargo un día su rutina cambia al encontrar un pendrive extraviado que contiene una suerte de diario de la misteriosa Julie. Entonces Guibrando decide ir contando su historia en el tren para encontrarla.
El alma de El lector del tren de las 6.27
Como vemos, El lector del tren de las 6.27 cuenta una historia de lo más verosímil que gira en torno a un personaje con el que muchos se sentirán identificados: una persona sin ilusiones que vive como un autómata y que aparenta ser más feliz de lo que es. Sin embargo, el libro trata de enseñarnos que cualquier detalle a primera vista sin importancia puede ser la clave de un cambio mayor y de que nuestra actitud y percepciones pueden marcar nuestra existencia casi tanto como nuestras decisiones.
En definitiva, El lector del tren de las 6.27 es un cuento moderno con lenguaje sencillo que, con una trama en principio banal, envuelve temas muy profundos.