Esta semana en ¡Cinéfilos al tren! te traemos una película de Van Damme. Sí, sí, has leído bien. Porque Jean Claude hace una película donde se lo proponga, y si tiene que salvar un tren, pues también lo salva. ¿No te lo crees? Entonces sigue leyendo, que te hablamos de Sin control.
Unas vacaciones complicadas
Jack (Van Damme) es un agente secreto que se va de vacaciones con la familia. Sin embargo eso no le impide recibir un nuevo encargo, que en este caso será escoltar a la ladrona de un peligroso virus que venderá a los Estados Unidos.
Todos viajan en el mismo tren por Europa, donde Jack tendrá que evitar que unos mafiosos se hagan con el virus mientras su familia es ajena a todo, ya que no saben que es un espía. Lo peor llega cuando el virus se propaga por el tren y el ejército se plantea bombardearlo antes de que llegue a una ciudad y contagie a la población. En ese momento Jack debe ocuparse de su familia, de mantener el control del tren y recuperar el virus.
Que (no) esperar de Sin control
El resultado final deja a Sin control en la parte baja de la serie B. Diálogos flojos, actuaciones correctas y el toque dramático metido con calzador. Hasta aquí sin sorpresas, porque al ir a ver una peli de Van Damme, uno ya sabe más o menos cómo será la película. Es como ir a un MacDonalds en cualquier parte del mundo: previsible, pero en cierto modo un valor seguro.
El problema en este caso es que los efectos especiales dejan bastante que desear, algo que la crítica y los fans no se tomaron muy bien.
Así que no nos engañemos, Sin control no es un peliculón, pero hay algo de entrañable en las cintas malas que casi nos engancha. Y es que en el mundo del cine no todo son obras de arte. De hecho, muchos sostienen que van al cine para ver cosas fáciles que no les exijan pensar demasiado.
Además, Sin control cuenta con la inestimable presencia de Jean-Claude Van Damme, lo que ya supone bastante tirón entre sus numerosos seguidores. Y aunque sus intentos de mostrar más facetas interpretativas no han salido bien, hay que reconocerle al menos la intención. Pero, en cualquier caso hay que hacerle ver que lo suyo es la acción sin largos diálogos ni miradas tiernas.