Hay películas que están más vinculadas a la historia del ferrocarril de lo que parecen. Un claro ejemplo es ¿Quién engañó a Roger Rabbit? y su sutil denuncia del Gran Escándalo del tranvía, por el que se forzó el reemplazo de este ferrocarril urbano por autobuses.
Otro gran ejemplo es Los apuros de un pequeño tren (The Titfield Thunderbolt), una comedia británica basada en hechos reales.
Unos aficionados deben salvar in extremis un ferrocarril secundario que, ante la llegada de una línea de autobús, va a ser clausurado.
Aficionados al rescate
En una época en la que el ferrocarril empezaba a considerarse ineficiente en líneas secundarias en comparación con el por entonces símbolo de modernidad, el autobús, los ciudadanos del pueblo ficticio de Titfield reciben la noticia de que su tren dejará de circular.
La decisión gubernamental no es muy acogida, en especial por el vicario local, Reverendo Sam Weech (interpretado por George Relph), quien es aficionado a los trenes.
Inicia una campaña para que sea el propio pueblo quien explote el ferrocarril, de manera altruista, con el apoyo financiero del alcohólico ricachón Walter Valentine (Stanley Holloway).
Sin embargo, tienen que luchar contra las presiones y el juego sucio de Alec Pearce (Ewan Roberts) y Vernon Crump (Jack MacGowran), propietarios de la operadora del autobús que sustituye al ferrocarril.
¡Atención! Vienen spoilers. Si no la has visto, salta a cómo ver la película.
Para zafarse del riesgo de que su nuevo negocio se hunda, Pearce y Crump llegan incluso a robar el tren y hacerlo descarrilar justo antes de que los inspectores realicen la prueba que habilitará a los nuevos ferroviarios a explotar la línea.
Una locomotora histórica actuando como locomotora histórica
De cara a no faltar a la prueba, los protagonistas de Los apuros de un pequeño tren tienen que utilizar su ingenio para rescatar una composición histórica y ponerla en marcha.
La locomotora que recuperan está expuesta en el Ayuntamiento de Titfield. Y es, de verdad, una locomotora histórica. Se trata de la Lion, número 57 de la LMR (London and Manchester Railway).
Construida en 1838, junto a su hermana la Tiger se dedicó al transporte de equipajes en el LMR. Después de que en 1859 fuera vendida a Mersey Docks and Harbour Board, fue utilizada como máquina estacionaria para bombeo.
Afortunadamente, en 1928 la Lion fue rescatada por miembros de la Asociación de Ingenieros de Liverpool para ser preservada como locomotora histórica y restaurada. De hecho participó en la celebración del centenario del LMR, en 1930, remolcando una réplica de su tren original.
Aunque posteriormente acabó en un pedestal, la locomotora fue utilizada en 3 películas distintas. La primera, de 1937, fue Victoria The Great. Seguida por The Lady with a Lamp (1951) y, por último, en 1952, Los apuros de un pequeño tren.
Cabe destacar que en un óptimo estado de funcionamiento, a pesar de sus 114 años de historia. No obstante, para mejorar su fiabilidad durante el rodaje, recibió algunas mejoras.
Su historia va más allá de esta película. A pesar de ser usada para otros rodajes, la locomotora fue depositada en los talleres de Crewe y no volvió a ser expuesta hasta 1980, para la celebración del 150 aniversario del LMR. Hasta 1989 siguió en funcionamiento en diversos museos y ferrocarriles históricos, fecha en la que con 151 años fue encendida por última vez.
Después de descartar volver a modificarla para que siguiera funcionando, quedó expuesta de manera permanente en el museo de Liverpool, donde se encuentra hoy.
Película basada en el primer ferrocarril histórico
Si Los apuros de un pequeño tren es una comedia con bastantes escenas hilarantes que cualquier aficionado o no aficionado disfrutará, lo que más puede gustar de esta película es que está basada en un hito histórico.
Los apuros de un pequeño tren se inspiró en cómo el ferrocarril de Talyllyn (Gales) se convirtió en el primer ferrocarril histórico británico y del mundo.
Cuando su dueño Henry Haydn Jones (que prometió que el ferrocarril seguiría en activo mientras él viviera, a pesar del deplorable estado de la vía y el parque móvil) falleció en 1950, el ferrocarril de Talyllyn estaba condenado a desaparecer. E hizo su último servicio comercial en octubre del mismo año.
Sin embargo, tras esto un grupo de aficionados que crearon la Talyllyn Railway Preservation Society se propusieron explotar el ferrocarril de forma voluntaria.
La idea que tenían era de aportar tanto dinero (a través de las cuotas de la asociación y donativos) como mano de obra voluntaria para que la línea siguiera funcionando.
Y tras llegar a un acuerdo con la viuda de Haydn Jones, quien traspasó la línea a la asociación, el 14 de mayo de 1951 circuló el primer tren por un ferrocarril histórico.
Más de 65 años después, el ferrocarril de Talyllyn sigue funcionando en este mismo régimen, pero con una gran historia de éxitos recuperando vías y material móvil. Y con el orgullo de ser el germen de muchos otros ferrocarriles históricos en Reino Unido y el resto del mundo.
Los apuros de un pequeño tren, una comedia que no te puedes perder
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Fuentes: Tayllin Railway y Liverpool Museum.