Código fuente, película de ciencia ficción estrenada en 2011, nos lanza en viaje en tren a través del tiempo. Al más puro estilo de Atrapado en el tiempo, cinta en la que Bill Murray vive una y otra vez el día de la marmota, el momento protagonista es un atentado terrorista contra un tren.
¿Quién quiere volar el tren?
La película nos presenta al soldado Colter Stevens, un militar norteamericano que pasa de estar en una misión en Afganistán a encontrarse en un tren de Chicago que termina volando por los aires. Tras la explosión, se despierta en una cabina, vivo. Stevens forma parte del programa Código Fuente, que le permite vivir los últimos 8 minutos de la vida de alguien antes de morir.
Cuando un terrorista vuela por los aires el tren de Chicago, se le asigna la misión de revivir esos minutos una y otra vez en el cuerpo de una de las víctimas hasta dar con el culpable. Como bien le recuerdan sus superiores su misión no es cambiar la explosión, puesto que el pasado ya está escrito, sino descubrir al culpable antes de que siga matando.
Con esta atractiva premisa, la película juega con los dilemas de los viajes en el tiempo, el avance de la ciencia y las realidades paralelas mientras vamos desentrañando el misterio de cómo acabó Stevens en el Código Fuente y quién es culpable del atentado. Además, se muestra la historia de amor entre Stevens y su compañera de viaje mientras realizan el mismo fatídico trayecto en tren múltiples veces, con un Colter cada vez más desesperado.
La película es interesante, sobre todo para los amantes de la ciencia ficción, y cuenta con un reparto muy sólido en el que destacan un carismático Jake Gyllenhaal (Brockeback Mountain y Donnie Darko), Vera Farmiga (Up in the air y Bates Motel) y Michelle Monaghan (Adiós, pequeña, adiós y True Detective).
Tanto la crítica como la taquilla recibieron bien la película del director Duncan Jones, que sin embargo no ha dirigido otro film desde entonces.
Código fuente o mil maneras de morir en un tren
En su intento por encontrar al culpable y/o evitar la explosión, el pobre Stevens sufre prácticamente todas las muertes que uno puede sufrir a bordo de un tren. Podemos verle ser arrollado por el convoy, lanzarse de uno de los coches en marcha a toda velocidad, morir a tiros en la estación o volar por los aires en numerosas ocasiones, todas sin lograr salvar a nadie.
El 80% de las escenas de la película están ubicadas en el tren o alrededores. A pesar de la intención del director de rodar en una estación real, un cambio en el último minuto de las condiciones de rodaje obligaron a construir una réplica en un aparcamiento, teniendo que simular alguna de las escenas (las de la furgoneta blanca) mediante ordenador.
A pesar de todo, la película cuenta con algunas muy interesantes escenas de trenes, incluyendo las numerosas explosiones. Sus perspectivas aéreas permiten distinguir que se trata de un tren de la red Metra de Chicago. El nombre de la línea tuvo que ser cambiado por el ficticio CCR (Chicago Commuter Rail) debido a que la empresa ferroviaria no quería que su nombre se asociara a una película de accidentes de tren y desastres, motivo por el que debieron ocultarse todos sus logos y referencias en la película, a menudo utilizando efectos generados por ordenador.
Fuente: IMDB, Deadline, Chicagoist.com, Wikipedia