Todos sabemos lo que el ferrocarril, como transporte de viajeros y mercancías, ha supuesto para el mundo moderno, pero aún ahora hay aspectos algo más desconocidos de este medio de transporte. Funciones que ya han quedado olvidadas pero que antes eran habituales. Hoy hablamos de una de ellas, quizá de las más curiosas: el ferrocarril como medio de transporte post mortem. Sigue leyendo, que te ofrecemos un viaje (de visita) al tren con destino al más allá.
Tren con destino al más allá. Próxima estación: el cementerio
El uso del ferrocarril como último medio de transporte de alguien ya muerto no era algo raro a finales del SXIX, y es que muchos cementerios tenían su propia estación de tren a la que llegaban tanto los difuntos como sus familiares.
Algunos de estos ejemplos son la estación del Cementerio Rockwood en Sídney, construida en 1865 o la línea ferrociaria London Necropolis Railway, que llevaba a los cuerpos a 40km de la capital británica hasta el cementerio.
En Europa también se dieron otros casos similares, como el cementerio Malmin a las afueras de Helsinki o en la propia Berlín.
Sabiendo esto, quizá te preguntes por qué entonces no tenemos estas costumbres en la actualidad. Pues bien, en los casos europeos, muchas veces fueron los conflictos armados los que clausuraron de manera forzada estas líneas, que después no se recuperaron en tiempos de paz. En otros casos, fue la mala previsión la que hizo que el negocio fracasase, con menos servicios de los esperados, haciendo que los costes fuesen demasiado altos para continuar.
Comitivas fúnebres ferroviarias
En otras ocasiones, el tren ha servido también para transportar a fallecidos, pero a modo de funeral multitudinario. A lo largo de la historia, se han dado diversos casos de personajes célebres cuya comitiva fúnebre consistió en un último viaje en tren: Churchill, algunos monarcas ingleses como Jorge VI o Eduardo VII y otras figuras como Lenin, Lincoln o el dictador yugoslavo Tito.
Os dejamos un vídeo desde el tren del funeral de Lenin: