En Viajar en Tren hemos hablado muchas veces de la del ferrocarril al cine pero, ¿qué pasa con el teatro?¿no existe tal combinación? En realidad sí, es por eso que hoy te traemos el ejemplo de Los chicos del ferrocarril que muestra cómo con una buena idea y mucho esfuerzo, se puede disfrutar del tren en el teatro; casi del teatro en el tren.
Un teatro muy ferroviario
El ejemplo del que hablamos es la obra de teatro Los chicos del ferrocarril, una adaptación del famoso libro infantil inglés de principios del S.XX con el mismo nombre, cuyo último escenario ha sido un improvisado teatro ferroviario en las inmediaciones de la londinense King’s Cross.
Concretamente, las funciones han tenido lugar en lo que era la nave dedicada a los servicios de mantenimiento del York Way, por lo que el escenario y las gradas se han construido alrededor de unas vías reales.
Sin embargo, lo que hace esta obra muy especial es la presencia de un tren clásico, con una locomotora de 1873 que realizaba los servicios de Londres y el Ferrocarril del Suroeste y los coches de viajeros, que datan del año 1894 y que operaban en Escocia y el norte de Reino Unido.
Difícil producción
Teniendo en cuenta que la principal estrella de la obra de teatro es un tren clásico, es normal que la producción del espectáculo sea más difícil que la de la media.
Para empezar, la locomotora y los coches no comparten propietarios: la primera pertenece al Museo Nacional del Ferrocarril, mientras que los coches son del operador Stately Trains. Y mover tal patrimonio por carretera de Yorkshire a King’s Cross fue todo un reto de logística: para empezar porque las piezas eran muy valiosas además de que podían generar bastantes incidencias en el ya excesivo tráfico inglés.
Movido casi siempre de noche, finalmente el tren llegó a su destino y se colocó a la entrada del auditorio. En las obras el tren se mueve, pero es una silenciosa locomotora eléctrica la que empuja el vehículo desde fuera.
La obra de teatro Los Chicos del ferrocarril
Quizá sea por la fama de la historia, la calidad de la adaptación o el encanto de tener un tren en escena (o la combinación de los tres factores), pero lo cierto es que esta versión teatral de Los chicos del ferrocarril ha triunfado.
Se estrenó en 2008 en York, en una colaboración entre el Teatro Real y el Museo Nacional del Ferrocarril, donde se representaba la obra. Más tarde, en 2010, se movió a la estación de Waterloo, a la antigua terminal de Eurostar. Un año más tarde, la obra de teatro ganó el premio Olivier y cruzó el Atlántico hasta desembarcar en Toronto. Su última estación (por el momento) ha sido este depósito de King’s Cross, donde la versión teatral de Los chicos del ferrocarril ha estado en cartel 9 meses.
Foto de cabecera: Railway Stuff.