En Ferro Cultura pasamos el mes de agosto de InterRail. Esta semana hemos decidido parar en Praga para disfrutar de esta grandiosa ciudad y mostrarte algunos de sus aspectos más curiosos. Desde Pinceladas queremos hablar hoy de uno de los checos más conocidos, Sigmund Freud,y su no tan famosa fobia a los trenes.
La controvertida figura de Sigmund Freud
Sigmund Freud es mundialmente famoso por ser el médico que inventar el psicoanálisis, una técnica que desarrolló en sus estudios en personas con neurosis, fobias y otros desórdenes psíquicos.
En colaboración con Breuer, ambos trabajaron en esta técnica que les acabó costando la amistad. La película Un método peligroso habla de esta relación y de los estudios que ambos realizaron con Anna O.
A pesar de ser una técnica muy conocida y empleada, no todo el mundo está de acuerdo con el psicoanálisis, que ha sido duramente criticado. A día de hoy, la psicología y la psiquiatría rechazan la mayor parte de la obra de Freud, aunque algunos aún emplean sus técnicas.
Fueron sobre todo sus teorías sobre la sexualidad las que le granjearon el rechazo de parte de la comunidad médica.
La fobia a los trenes
Más que curiosa es la relación del psiquiatra con el ferrocarril. Su fobia a los trenes fue autodiagnosticada cuando se realizaba un psicoanálisis.
En cuanto a los motivos de esta fobia, no están claros, pero extrayendo fragmentos de sus cartas a colegas se pueden elaborar algunas teorías:
- La más sencilla: que un pesado viaje en tren desde Freiberg a Leipzig le hiciese aborrecer este medio de transporte.
- Que la visión de su madre desnuda durante este viaje le produjese el trauma (no sería de extrañar, teniendo en cuenta su obsesión con la sexualidad y el complejo de Edipo).
- Que en ese mismo viaje las llamaradas de gas que recordó haber visto en Breslau y que le hicieron pensar en almas quemándose en el infierno fuesen la causa de su fobia.
Sea como fuere, está claro que que el tren para Sigmund Freud representó sólo aspectos negativos. En su libro El malestar de la cultura (1929) se pregunta «¿Para qué sirven los trenes sino para separarnos de nuestros hijos?«, dejando claro que el tren para él era un símbolo de la ruptura del hogar familiar, además de una frustración afectiva.