En Estados Unidos se han arrojado coches del metro al mar para darles una segunda oportunidad. Sí, has leído bien. Aunque parezca una frase sin sentido, ha pasado y tiene mucha más lógica de la que parece. ¿Quieres saber por qué lo han hecho? Entonces sigue leyendo.
Coches de metro como hogares submarinos
Aunque a primera vista no tiene mucho sentido arrojar objetos de metal al fondo del mar, en este caso se hizo por una buena causa. Y es que los coches de metro tenían que servir para crear arrecifes artificiales para peces y crustáceos.
Ocurrió de 2007 a 2010. Los vagones de metro, retirados del servicio y vacíos (todos los elementos que se podían quitar se reciclaban o vendían) se colocaban en una barcaza. De allí iban siendo depositados al mar paulatinamente, generalmente uno al mes.
De esta forma, tras tres años se había conseguido crear una línea submarina con los coches de tren en la costa este de EE.UU., desde Delaware a Carolina del Sur. También se arrojaron en Georgía y en otros puntos secretos para ser objeto de estudios ecológicos.
¿Y cómo ayuda esto a la vida del mar? Pues es muy fácil: la degradación del fondo marino ha provocado que en muchas zonas sólo haya arena, por lo que muchas especies no pueden establecerse allí. Los coches de metro, tridimensionales y con recovecos, ofrecen un espacio único para que tanto peces como invertebrados vivan en ella, repoblando zonas antes deshabitadas.
Un hecho histórico inmortalizado
Aunque esto pasó hace unos años, la noticia ha vuelto a saltar porque el fotógrafo Stephen Mallon inmortalizó la colocación de estos coches de metro al mar y ahora expone sus fotografías en las galerías Kimmel de la Universidad de Nueva York.
http://www.youtube.com/watch?v=5gOfLCeyuZA