¿Y si todo tu futuro dependiese de coger un determinado tren a tiempo? Ése es el concepto que explora Dos vidas en un instante que, a través de una historia ligera, nos hace reflexionar sobre la importancia del azar en la construcción del destino.
Ficha Técnica
- Título original: Sliding doors
- Duración: 99 minutos
- Año: 1998
- País: Estado Unidos / Reino Unido
- Dirección: Peter Howitt
- Guión: Peter Howitt
- Música: David Hirschfelder
- Fotografía: Remi Adefarasin
- Reparto: Gwyneth Paltrow, John Hannah, John Lynch, Jeanne Tripplehorn, Zara Turner, Douglas McFerran
- Productora: Paramount Pictures / Miramax Films / Intermedia Films / Mirage Production
- Género: Comedia romántica
Sinopsis de Dos vidas en un instante
Dos vidas en un instante cuenta la historia de Helen Quilley (Gwyneth Paltrow, Shakespeare in love), una joven que es despedida como relaciones públicas. Ese mismo día, volviendo a casa de su último día de trabajo, se distrae un segundo y pierde el metro que la llevaría a casa.
Desde ese momento, la historia se divide en dos mostrando las vidas bien distintas de Helen (la que tendría si no hubiera perdido el tren y la que tiene) para hacernos reflexionar sobre la importancia que los pequeños detalles y el azar tienen en devenir individual.
¿Puede un tren concreto marcar tu destino?
A pesar de estar nominada como mejor película británica en los premios BAFTA, puede que no todos encuentren en Dos vidas en un instante la historia que marcará sus vidas.
Sí que es interesante, sin embargo, el concepto de las vidas paralelas, un recurso bastante usado en el cine pero que no cansa al espectador. Y es que el ser humano sigue fantaseando con las posibilidades: ¿está marcado de antemano nuestro destino o somos nosotros quienes lo creamos con la toma constante de decisiones? La pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez.
Desde el punto de vista ferroviario, lo interesante es el uso del tren (en este caso, tren de metro), para materializar esta idea de oportunidad perdida.
Realmente, el tren ha representado este concepto en otras historias, tanto del cine como de la literatura. El motivo podría ser la certeza de que cuando se pierde un tren no hay vuelta atrás, y que aunque se espere al siguiente, nada será lo mismo.
Evidentemente es una exageración del concepto, ya que en la mayoría de los casos los cambios no son importantes. Es en la duda, en el «¿me habré perdido algo sin darme cuenta?», donde viven las mejores historias.